En ningún sitio de la isla de Tenerife he vivido una experiencia más auténtica y envolvente de folklore canario que en Chamorga, ese recóndito caserío de montaña, final de carretera, perteneciente a la municipalidad de Santa Cruz de Tenerife.
Es en la primera semana de Octubre, con motivo de las fiestas locales, cuando preferentemente un fin de semana, se concentran en torno a la única casa de comidas y bar de la localidad, Casa Álvaro, durante la sobremesa, un nutrido grupo de lugareños a compartir la alegría de los sones y cánticos a ritmo de timple, guitarra y bandurria.
El entorno es mágico, un valle cerrado, virginal, poblado de pocas casitas, donde los estropicios urbanísticos de otras zonas sólo han causado un impacto parcial pues sigue predominando la arquitectura tradicional y la fabulosa vegetación insular.
Chamorga a todas luces parece un pueblito teletransportado de la vecina isla de la Gomera. Las abundantes palmeras, la cercana presencia del monte de laurisilva, las casitas pequeñas, los bancales junto a un barranco aún vivo cargado de agua, un barranco prístino que va haciéndose más árido a medida que se acerca a la costa. Los enormes farallones de roca que rodean al caserío, la vertiginosa y aprisionante orografía, todo ello, nos recuerda irremediablemente a la isla colombina.
Pero Chamorga, además de un entorno natural privilegiado, es sobre todo un punto de partida obligado para realizar múltiples excursiones a través de los montes y barrancos de la singular e inigualable Península de Anaga, el tesoro natural más escondido y desconocido de la isla de Tenerife.
Y es que efectivamente desde Chamorga parten rutas hacia El Draguillo, Roque Bermejo, El faro de Anaga, las Casas de Tafada, El Pijaral, Cabezo del Tejo,…haciendo de la localidad un epicentro del excursionismo; una parada obligatoria de comienzo o fin de ruta, toda vez que hasta Chamorga llega la guagua de Titsa que nos devolverá al área metropolitana de Tenerife, devolviéndonos a la rutina tras una magnífica jornada de eclosión de naturaleza en estado puro. Un privilegio diariamente al alcance de los que vivimos en este privilegiado rincón del Atlántico que es la Isla de Tenerife.