La mansión por antonomasia de la arquitectura tradicional canaria, la Casa Méndez-Fonseca de la Orotava, más conocida como Casa de los Balcones, es indiscutiblemente la máxima expresión de la arquitectura tradicional canaria, urbana, de la isla de Tenerife.
En la década de 1850, construyó el empresario canario D. Antonio Díaz-Flores y Cartaya una espectacular mansión de grandes dimensiones que podríamos encuadrar estilísticamente en el clasicismo romántico.
En 1928 comenzó la construcción de lo que a partir de 1975 fueron las instalaciones del Liceo Taoro, el club social de más solera y arraigo del Valle de la Orotava, una institución fundada en 1855 con el nombre de Falansterio de Taoro.
Construida a finales del S. XVI y destruida totalmente a raíz de la erupción volcánica que asoló la villa y puerto de Garachico en 1706, LA CASA de LA QUINTA ROJA, es un soberbio ejemplo de arquitectura tradicional canaria. Una mansión urbana reconstruida en el S. XVIII respetando el mismo plano de distribución de la mansión que la precedió.
Entre las mansiones más destacadas del ensanche del primer cuarto del S. XX de Santa Cruz de Tenerife se encuentra Villa Petra, un precioso palacete ecléctico diseñado en 1921 por el célebre arquitecto insular D. Domingo Pisaca Burgada, en lo que constituyó su primer trabajo nada más acabar su carrera de arquitectura en Península.
La casa de los Ximénez-Franchi es sin duda alguna una de las casonas urbanas históricas más monumentales de Canarias. Situada en la Villa de la Orotava, a continuación de la celebérrima “Casa de los Balcones”, este fantástico edificio del Siglo XVII no ha recibido, en nuestra humilde opinión, el reconocimiento que se merece, quizás por estar a la sombra de su egregia vecina o por considerarse equivocadamente por muchos como una mera prolongación de la anterior, sea por la razón que fuere pocos edificios urbanos canarios tienen el porte y el abolengo de éste.
Fue Don Domingo José Herrera Ayala y Roxas Ponte y Llarena Xuárez del Castillo, XI Conde de la Gomera, quien, a raíz de su matrimonio en 1754 con Doña Marina Leonor Benítez de Lugo y Ponte, construyera esta gran hacienda rural y palaciega en lo que fuera el mayorazgo que la familia Benítez de Lugo disponía en la zona de El Durazno desde los primeros repartos de tierras que sucedieron a la conquista de la isla de Tenerife y su incorporación a la Corona de Castilla en 1496 y más concretamente desde el 6 de Junio de 1502.
Los castillos ejercen por lo general una enorme atracción sobre la mayoría de las personas, pues son construcciones que suelen destacar por su tamaño o por su ubicación, por su mayor o menor carácter o condición de baluarte inexpugnable. Los castillos son sede y expresión de poder y de riqueza. Son hitos en el camino.
La conocida como casa-palacio de Guerra en la calle de Nava y Grimón, antigua calle del Agua, en San Cristóbal de La Laguna, es un edificio que hunde sus raíces en el tiempo.
La Hacienda o Finca La Zamora es quizás la última de las grandes mansiones familiares construidas en el corazón del Valle de la Orotava, dentro del término municipal de Los Realejos, siguiendo el patrón de la gran casa solariega rural canaria.
Se trata de una soberbia mansión dieciochesca de Tenerife construida por quien fuera el coronel Matías Franco de Castilla, siguiendo el patrón lagunero de la época, en la céntrica calle de Herradores 81 de San Cristóbal de la Laguna, antigua capital de Tenerife y patrimonio de la Humanidad.
El Palacio de los Condes del Valle de Salazar, hoy conocido como el Palacio Episcopal por ser sede de la Diócesis Nivariense desde 1892, es quizás, dentro de las grandes casonas urbanas de la isla, la mansión histórica de Tenerife por excelencia.