Se conoce por “Casas de Tafada” a un remoto paraje insular conformado por dos casitas de piedra en estado ruinoso, en el vértice nororiental de la isla de Tenerife.
Se accede a Tafada a través de un pequeño sendero que parte de la localidad de Chamorga, a pocos metros del único bar de dicha población denominado “Casa Alvaro”.
La caminata entre Chamorga y Tafada apenas se realiza en treinta minutos a paso lento, disfrutando de los recovecos del paisaje. Se trata de un sendero estrecho que se embarra parcialmente tras las lluvias pero que paso a paso nos introduce en un terreno virginal, prístino, de gran fuerza telúrica y riqueza botánica.
Llegados a Tafada continuamos el sendero hacia la derecha, lo que nos llevará a una especie de meseta pétrea donde se yergue un pequeño drago solitario. Desde ese punto, en los días de máxima claridad, se contempla un paisaje magnífico que aúna al noreste los indómitos Roques de Anaga, al frente el faro de Anaga, el más antiguo de la isla, en servicio desde el reinado de Isabel II, concretamente desde el año de 1864; y al oeste la isla de Gran Canaria. Es muy probable que no exista ningún punto de la isla de Tenerife en que la isla hermana se disfrute más intensamente, como a tiro de piedra.
La posición elevada de Tafada, hace de ella una magnífica atalaya sobre el inmenso océano azul. Su virginidad, un sitio desde el cual todavía resulta sencillo divisar perdices salvajes y otras maravillas de la flora y fauna insulares. Su lejanía, un lugar ideal para disfrutar del silencio y de la meditación. Su localización al este, un sitio excepcional para disfrutar de un espléndido amanecer.
Sin duda, Tafada es otro de los mágicos rincones que nos brinda esta joya del Atlántico llamada Tenerife.