Los Roques

Los Roques

En la costa norte de Tenerife,  a las afueras del Puerto de la Cruz, pasado el Loro Parque, tomamos la entrada del Hotel Maritim conduciendo hasta el final del camino a la altura de los apartamentos Acapulco y ahí aparcamos el coche. Ahí en el extremo más alejado del frente de costa, bajo la sombra de unos imponentes ficus robusta, se accede al camino que nos llevará a Los Roques.

El sendero nos conducirá a una preciosa ensenada flanqueada por imponentes muros de basalto donde toda la fuerza del océano Atlántico en su versión más salvaje, la de la costa norte de la isla de Tenerife, bate incansablemente sobre los acantilados generando un sonido atronador, que es magnificado como por efecto de una gigantesca y natural caja de resonancia, que al fin y al cabo, es lo que  esta preciosa y pequeña bahía del norte de Tenerife es.

Aun con todo, al descender por el sendero de no más de veinte minutos de recorrido hasta el mirador que se sitúa al final del camino, nos encontramos con tres majestuosos roques, supervivientes de lo  que otrora fueran dominios del acantilado.

Los roques, de los que sobre salen dos, muestran  túneles en distinto grado de excavación. La imponente fuerza del mar, ha ido horadando la roca y formado arcos naturales en el roque más occidental, mientras que el gran roque central, si bien parcialmente horadado, aún no muestra ningún arco.Tabaibas y cardones, colgando literalmente de los acantilados y  colonizando las partes menos expuestas de los roques, sobre salen, confiriendo al conjunto una singular belleza.

Esta pequeña bahía es a bien seguro, uno de los lugares más románticos de Tenerife. Es cita obligada de amantes, de entusiastas de la naturaleza, de los buscadores de rincones solitarios para leer al atardecer, de los que disfrutan con el estremecedor ruido de las olas del mar al romper contra los acantilados o de los que sólo desean realizar una pequeña caminata por un lugar que los recargue de energía.

En mi última visita el pasado mes de enero de 2016, había un mensaje de amor escrito en un papel sobre una de las vigas de madera que jalonan el camino. El mensaje hacía una descripción de la emisora y describía a la persona con la que le gustaría encontrarse al final del camino en el mirador. Sin duda, este lugar provoca el deseo en muchas almas de generar su particular y mágico serendípity, cosa de la que muchos de los mágicos rincones de la isla de Tenerife como este, podrían ser lugares propicios.