Se trata de una soberbia mansión dieciochesca de Tenerife construida por quien fuera el coronel Matías Franco de Castilla, siguiendo el patrón lagunero de la época, en la céntrica calle de Herradores 81 de San Cristóbal de la Laguna, antigua capital de Tenerife y patrimonio de la Humanidad.
Su espléndida fachada, probablemente la más amplia de entre todas las mansiones palaciegas de la ciudad, se caracteriza por la típica disposición simétrica de sus magníficas ventanas de guillotina, en dos pisos, dispuestas a ambos lados de la preciosa portada de cantería barroca, doblemente coronada por el escudo de armas familiar y una imagen religiosa en mármol, de la Inmaculada Concepción, rodeada de S. Juan Evangelista y S. Judas Tadeo.
Es especialmente relevante y esclarecedor de la maestría alcanzada por los gremios locales de constructores del Tenerife de la época, el magnífico trabajo de cantería en piedra de distinto color del alero de la mansión, que genera un bonito contraste con el negro basalto de la portada barroca.
Actualmente esta preciosa y aristocrática mansión de Tenerife es sede de una de las principales notarías de la ciudad, en lo que siempre me ha parecido una de las probablemente más distinguidas notarías de España.
Desafortunadamente esta joya del siglo de las luces sufrió un pavoroso incendio en la década de los setenta del pasado siglo que destruyó gran parte de su interior.
Aún con todo y desde el agradecimiento que siento por aquellos que contribuyen a mantener estas bellísimas pero costosas edificaciones, siempre he sentido que la reconstrucción realizada en este edificio en los primeros años del presente siglo, excedió con mucho el límite de lo razonable, desvirtuando parte del legado de esta excepcional mansión de Tenerife.