
Existe en Granadilla de Abona un templo culinario guardado en secreto por los aficionado del buen yantar de la comarca.
A primera vista, conduciendo por la carretera que une el centro de Granadilla con el barrio de Los Blanquitos, nos pasaría totalmente desapercibida su existencia, pues se haya este refugio de los estómagos exigentes en la curva de La Fuentita, tras una horrible puerta metálica amarilla más propia de un taller de coches clandestino.
Para aquellos intrépidos dispuestos a superar este primer obstáculo, subida una rampa, se encuentra una construcción en jable que sirve de fachada y entrada a una cueva natural. Nuestro restaurante recomendado de hoy, Tasca la Cantera, está de hecho parcialmente inserto en el interior de una caverna, pero sin las humedades ni el ambiente enrarecido de los espacios subterráneos.
Esta tasca ha constituido para mí todo un descubrimiento, pues aúna aquello tan difícil de conseguir y que es, la excelencia culinaria con un sensacional ambiente de mesón tradicional de abolengo.
Dirige el local, su propietario, D. Andrés, músico de formación, que ha conseguido imprimir en el restaurante una magnífica combinación de tradición y bohemia.
Dicen los que lo frecuentan, entre quienes se encuentran cocineros de la talla de José María Arzak y Ferrán Adriá, que el ambiente del local cambia totalmente del almuerzo a la cena, de la tasca de amigos al rincón romántico, y que en determinados días de la semana puede disfrutarse en el local de música en vivo.
La carta es relativamente amplia y repleta de sugerentes recetas inspiradas en la cocina tradicional canaria y el legado de la cocina mediterránea, todas ellas a acompañar con un buen vino, en un lugar donde se detiene el tiempo y donde es posible disfrutar de espléndidas sobremesas.
La atención personalizada y cálida de D. Andrés, la sensación de libertad, de “sin presiones” en un entorno armónico y solariego, acaban por dar redondez a una gran cena o almuerzo. Un sitio que se apunta en el libro de los sitios preferidos para volver.