Monte del Agua

Monte del Agua

El Monte del Agua, localizado en el macizo de Teno, en la vertiente noroccidental de la isla de Tenerife, es junto con los bosques de los Montes de Anaga, en el otro extremo de la isla, el mejor ejemplo de Laurisilva de la isla de Tenerife.

La Laurisilva es un bosque frondoso, propio de zonas húmedas en territorios templados, generalmente siempre cubiertos de niebla, vestigio de las extensas selvas subtropicales del terciario, que en la región Macaronésica apenas subsiste en zonas aisladas de Madeira, Azores y Canarias.

Estos ecosistemas propios, albergan innumerables especies vegetales, en gran parte endémicas, junto con una extensa colección de aves, entre las que destacan las endémicas paloma rabiche (Columba junoniae) y turqué (Columba bollii) e invertebrados.

La frondosidad, eterno verdor y humedad de estos bosques, en muchas ocasiones cercanos a zonas de marcada aridez, sorprenden a los viajeros que visitan y pasean por la isla de Tenerife. Algunos de los árboles que los integran, como los tilos (Ocotea Foetens) que pueden llegar a alcanzar los 40m de altura, el más abundante laurel (laurus novocanariensis) de hasta 20 metros de altura, el barbusano (apollonia barbujana) de hasta 25 metros de altura o el viñátigo (Persea Indica), forjan una tupida cúpula siempre verde, pues se trata de un bosque de hoja perenne, que constituye el origen mismo de  los ricos suelos de las zonas de medianías de la isla de Tenerife.

La Laurisilva es uno más, si no el mayor, de los tesoros vegetales de la isla de Tenerife.

Por lo que respecta al magnífico Monte del Agua, la mejor forma de recorrerlo es transitando la pista forestal que une las localidades de Las Portelas y Erjos, internándose en este selvático monte a través de las distintos senderos que aparecen habilitados para ello.

Aquellos que se aventuren a entrar en la espesura del bosque, se encontrarán con un entorno húmedo de exuberante vegetación, donde bajo la copa de los árboles centenarios, siempre verdes, reinan en el sotobosque, el musgo y los inolvidables y majestuosos helechos gigantes del lugar. Un mundo verde mágico, una experiencia botánica inesperada en este cálido rincón del planeta que es la isla de Tenerife.