Mucho debe el título de esta crónica a la quinta novela de Virginia Woolf, pero viviendo en una isla como Tenerife con sus siete faros en activo de los que algunos están operativos desde 1864, aunque éste que nos ocupa, el faro de Buenavista, apenas lo está desde 1990, en algún momento tocaba rendirles homenaje.
Los faros siempre han constituido un atractivo hito en los paisajes que presiden y generan en muchos una indisimulable atracción.
Los más inquietos en la isla de Tenerife tienen una cita anual en la carrera de montaña, Trail de Faro a Faro, que disputan uniendo a pie los faros de Anaga y Teno; pero para los más sedentarios, caminar desde las piscinas de Los Silos hasta el faro de Buenavista puede constituir una alternativa mucho más sosegada pero no de menor disfrute.
Así, nuestra ruta de hoy discurre por varios kilómetros de costa virgen de los municipios de Los Silos y Buenavista.
Iniciamos la ruta aparcando el coche donde acaba la carretera asfaltada junto a las piscinas de Los Silos. Recorremos los primeros metros por un paseo marítimo bien acondicionado y presidido por el esqueleto de una gran ballena que años atrás varó en esta costa. Seguimos nuestro camino sintiendo a cada paso la brisa del mar, el salitre de la costa, el batir de las olas, el cielo azul, el inmenso horizonte sobre el Océano Atlántico, y vamos descubriendo nombres evocadores de puntas, caletas y caletones: charco de la araña, punta del Bufadero, Caletón del Tonelero, Punta Bajío del Negro, Ensenada del Casado…en una costa baja presidida por las bajas de lava, los charcos y en general por el imperio del basalto negro.
Ya empezamos a avistar con claridad el faro cuando de repente nos encontramos con un accidente singular, probablemente generado por el hundimiento de la bóveda de una gran cueva marina, pero que la tradición oral de la comarca ha achacado siempre a la caída de un potente rayo, y por ende, ha denominado como EL RAYO.
Y efectivamente El Rayo es una formación geológica singular que bien merece una visita, que para los más perezosos podría bien realizarse bajando al faro de Buenavista, aparcando el coche a la altura del mismo y recorriendo los apenas quinientos metros de costa que los separan.
El lugar donde se encuentra El Rayo es auténticamente singular, un rincón mágico de la isla de Tenerife, pues a sus pies se forman unos grandes charcos naturales a modo de perfectas piscinas de aguas limpias y tonos turquesas, frecuentadas por algunos bañistas locales que nadan en ellas en perfecta comunión con la naturaleza.
Unos metros más en dirección Oeste y alcanzamos nuestro objetivo. El imponente faro de 40 metros de altura que preside toda la Isla Baja.