En 1928 comenzó la construcción de lo que a partir de 1975 fueron las instalaciones del Liceo Taoro, el club social de más solera y arraigo del Valle de la Orotava, una institución fundada en 1855 con el nombre de Falansterio de Taoro.
Esta imponente mansión fue el proyecto personal del matrimonio integrado por D. Tomás Ascanio y Méndez de Lugo y, su esposa, Doña Catalina de Monteverde y Lugo que habían contraído primeras nupcias en 1905.
A diferencia de los que suele afirmarse, el diseño de esta histórica mansión de Tenerife no fue realizado por D. Mariano de Estanga, el más famoso y prolífico arquitecto de la isla en aquellos años, sino que fue inspirado por revistas de arquitectura de la época respondiendo a los cánones de lo que por aquel entonces se consideraba el paradigma de lo elegante.
De estilo ecléctico, este palacio tinerfeño se asienta en lo alto de un promontorio y extiende sus jardines hasta la plaza principal de la Villa de la Orotava, con lo que es indudable que su construcción se debe a un deseo insoslayable de mostrar la preeminencia social que esta adinerada familia terrateniente tenía en su localidad y zona de influencia, el norte de Tenerife en sentido amplio.
De estilo ecléctico, este palacio tinerfeño se asienta en lo alto de un promontorio y extiende sus jardines hasta la plaza principal de la Villa de la Orotava, con lo que es indudable que su construcción se debe a un deseo insoslayable de mostrar la preeminencia social que esta adinerada familia terrateniente tenía en su localidad y zona de influencia, el norte de Tenerife en sentido amplio.
Llegados a la entrada principal de un edificio que se muestra de tres alturas sin contar sótanos, descubrimos una nueva escalera de acceso a la amplia terraza abalaustrada y rematada con los famosos pisos hidráulicos que tan usuales fueron en todas las construcciones del primer tercio del siglo XX en Tenerife.
En el hall principal de la casa, se suceden los pisos de madera de tea, la gran escalera monumental, también de madera de tea, los altísimos zócalos recubriendo media pared, también en madera de tea y los altos techos, en lo que se adivina una construcción de lujo para los estándares de la época y donde la presencia de madera resulta preeminente.
Con todo, lo mejor de esta otrora lujosa mansión canaria, es el armónico conjunto que el bello cuerpo principal del edificio tiene con los amplios jardines que la circundan en pleno centro de la Orotava. Un lujo de legado histórico que deleita la vista de todos los viandantes que pasean por la Villa.