La Quinta de recreo de los Cologan

La Quinta de recreo de los Cologan

Quizás de entre todas las mansiones de Tenerife, sea esta la que más me ha gustado o al menos, la que más se parece a mí ideal de mansión, tanto por su ubicación, como por sus medidas, por algunos de sus detalles y su distribución.

Si bien desde hace muchos años se la conoce como la casa de los Cólogan en la Paz, en el municipio del Norte de Tenerife del Puerto de la Cruz, antaño conocido como Puerto de la Orotava, lo cierto es que esta preciosa mansión de Tenerife fue construida en 1702 por  el comerciante de vinos irlandés, D. Bernard Walsh Carew, que nacido en 1663 en el puerto de Waterford, llegó a Tenerife, tras pasar por Flandes y Francia, huyendo de las persecuciones religiosas que caracterizaron el panorama de Gran Bretaña e Irlanda de la mano del polémico Oliver Cromwell. No es por tanto de extrañar que sobre el ventanal central de la fachada principal figure la inscripción latina “Hic Requies Mea” (Aquí mi descanso), justa recompensa a quien tuvo tan atribulada vida.

Esta mansión de Tenerife, se caracteriza por la perfecta y simétrica distribución de los vanos, en la casa principal, que coronada por una balaustrada, muestra orgullosa sobre el portalón principal de entrada, el escudo nobiliario de sus propietarios.

A ambos lados, se distribuyen edificios auxiliares de cocheras y casas de servicio, tras un precioso jardín, que otrora fuera de los más grandes de la isla.

La mansión, de riguroso blanco en sus muros y verde oscuro y nuevamente blanco en su carpintería, comunica con un imponente acantilado sobre el mar, a través del antaño llamado paseo de los cipreses, que aún se conserva. Es más, gracias a la foto área de 1945 que hemos podido obtener del Blog de CologanValois, podemos comprender plenamente la excepcional localización de esta mansión del norte de Tenerife, así como su relativo aislamiento del núcleo urbano del Puerto de la Cruz. Un paraje que por su clima y sus vistas es inigualable.

 

Fue esta mansión de Tenerife lugar de acogida de muchos ilustres personajes que visitaron la isla de Tenerife en los últimos trescientos años, entre los que destaca el naturalista alemán, Alexander von Humboldt, aunque fue Agatha Christie, escritora inglesa que visitara Tenerife en 1927, quien más atracción sintió por este paraje, hasta el punto de que se cree que sirvió de inspiración a una de sus novelas; lo que acabó por hacer que el antaño paseo de los cipreses, perfectamente observable en la foto aérea, tornara a llamarse hoy Calle de Agatha Christie.