La mansión de los Lercaro en La Laguna, construida por encargo de Fernando de Lercaro en 1593, es un extraordinario palacio de inspiración genovesa con elementos manieristas, que con el paso de los años fue absorbiendo e incorporando toda una serie de casas y construcciones adyacentes.
Los Lercaro fueron con mucho la familia más rica de Tenerife en el siglo XVI y parte del Siglo XVII, ocupando un lugar preeminente dentro de la sociedad tinerfeña de la época, lo que les hizo blanco de muchísimos comentarios y maledicencias, algunas, sin duda, merecidas.
De origen genovés, esta familia de banqueros, que algunas investigaciones históricas recientes vinculan al cripto-judaísmo, aun dándose la paradoja de que algunos de sus miembros lideraron a nivel local la temible institución de la Inquisición; fue adquiriendo progresivamente más y más importancia a través de una política de matrimonios de conveniencia, consecuencia de la cual surgió la leyenda familiar más popular de la familia en la figura de la desafortunada Catalina de Lercaro que el día de su impuesto matrimonio con un rico adinerado de mucha más edad, se arrojó, según cuenta la leyenda, al pozo de la mansión familiar muriendo en el acto.
Al parecer, dada la causa de la muerte y las costumbres de la época, se cree que la infortunada fue enterrada en la vieja mansión al serle negado enterramiento en camposanto, fruto de lo cual hay quien asegura que el espectro de Catalina recorre la casa de cuando en cuándo causando un innegable pavor entre los encargados del mantenimiento del regio edificio, todo lo cual, ha propiciado la idea de que esta magnífica e histórica mansión de Tenerife está encantada.
La fachada principal de la mansión destaca por la simetría de sus ventanas, todas ellas en marco de piedra liso, por el tradicional alero canario en teja, y por disponer de una portada de piedra en dos cuerdos, el primero coronado en un frontón circular partido rematado en sendas volutas, sobre el que se yergue el escudo de armas familiar, y el segundo consistente en un gran ventanal enmarcado y coronado por otro frontispicio circular y rematado en esferas. Todo el trabajo de cantería de esta portada sigue el característico almohadillado de la sillería de escuela italiana.
En las jambas y dinteles de la puerta del zaguán, existen unos frescos, aplicados al temple, con motivos decorativos consistentes en la representación de arquitecturas en las jambas y guirnaldas en los dinteles.
Atravesando el zaguán, a la izquierda se halla la escalera principal, construida con la misma piedra con la que se edificó el pórtico y las columnas del patio. El patio destaca por su excelso trabajo de carpintería, en lo que a la galería cerrada con ventanas de guillotina de la segunda planta, y los característicos motivos antropomorfos que tras una labra entrelazada, corona cada una de las semicolumnillas de madera existentes entre ventana y ventana.
Esta maravillosa e histórica mansión de Tenerife, es Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento, desde el 29 de abril de 2008.