Situada a las afueras de San Pedro de Daute, primer núcleo poblacional de la Isla Baja, en el noroeste de Tenerife, la Hacienda del Marqués de la Quinta Roja es, a todas luces, una de las mejores mansiones históricas de Tenerife. Una joya arquitectónica enclavada en un entorno paradisíaco.
Aunque se desconoce a ciencia cierta cuándo fue construida, sí se sabe que fue víctima de la erupción volcánica que asoló el cercano Puerto de Garachico en 1706. De forma que salvo la pequeña ermita adyacente bajo la advocación de San Cristóbal que sabemos datada en 1620, el resto de lo que hoy se conserva acabó de ser edificado en 1735, tal y como reza en una inscripción es su puerta principal.
Esta fantástica mansión señorial, que perteneció en el siglo XVII al primer marqués de la Quinta Roja, Don Cristóbal de Ponte y Llarena, posee un fantástico y muy rural patio en forma de U, y además, como reminiscencia arcaica de períodos tardo-medievales, un muro exterior almenado.
Rodeada de palmeras y plataneras, frente al Océano Atlántico y bajo la atenta mirada del roque de Garachico, se yergue majestuosa esta preciosa mansión de Tenerife, que posee como no podía ser de otra forma, un drago centenario junto a su singular patio.
Rodean a la casona, 130.000m2 de finca, actualmente ocupados casi en su totalidad por platanera de la variante Clon Brier, aunque en el pasado, la hacienda produjo inicialmente caña de azúcar, conservando aún el denominado cuarto del ron, dedicado antiguamente a prensar caña, que como se sabe, fue el primer monocultivo de la isla hasta que la competencia antillana hizo no rentables las explotaciones canarias.
A la caña, sucedió la producción del vino de malvasía, el famoso Canary que elogiara Shakespeare y del que fueron ávidos consumidores Carlos III de España y Catalina la Grande de Rusia, entre otros; sin olvidar la producción de grano, trigo, para el consumo local.
En la actualidad esta magnífica mansión de Tenerife es propiedad del Cabildo Insular, si bien no nos consta que tenga ningún uso definido.