Casa de los Balcones

Casa de los Balcones

La mansión por antonomasia de la arquitectura tradicional canaria, la Casa Méndez-Fonseca de la Orotava, más conocida como Casa de los Balcones, es indiscutiblemente la máxima expresión de la arquitectura tradicional canaria, urbana, de la isla de Tenerife.

Construida entre 1632 y 1675, en la calle san Francisco del casco urbano de la Villa de la Orotava, rodeada de egregias casonas solariegas, todas ellas portadoras de historiados escudos nobiliarios en mármol o en basalto, la Casa de Méndez-Fonseca, por su inigualable patio y su excelsa fachada, brilla como sólo ella sabe y puede.

Esta aristocrática mansión, pagada con las rentas del vino de malvasía de Canarias, el Canary, que tanto predicamento tuvo en la Europa de finales del S XVI y buena parte del s. XVII, fue terminada de construir por Doña. Juana Nieto y Don Juan de Castro Bazo y Merino que casaron el 7 de octubre de 1.657. Con el paso del tiempo y la extinción de distintas ramas familiares, la heredó Juana Méndez de Castro, mujer del coronel Alonso de Fonseca Mesía y Llarena. De aquí pasó al hijo de ambos Francisco de Fonseca, regidor y capitán que murió soltero, pero que en torno a 1715, instaló el escudo de armas que actualmente figura en la fachada.

Siendo la carpintería, los trabajos en madera de tea (pino canario), uno de los elementos más sobresalientes de la arquitectura tradicional de Tenerife, mal llamada por algunos autores arquitectura mudéjar; si en alguna casa, mansión o palacio de Tenerife, la carpintería alcanza un nivel de ejecución supremo, esto ocurre, sin duda en esta casona del norte de la isla.

No sólo destacan los extraordinarios suelos de grandes tablones de tea o los maravillosos artesonados de sus salones principales o la curiosísima escalera de caracol forrada en celosía por la que se accede a la segunda planta, la planta principal… no, los trabajos de madera alcanzan un nivel superlativo en el balcón exterior y en las distintas galerías y balaustradas del patio, sin olvidar, la imponente puerta de entrada de la única fachada.

Esta mansión tinerfeña, sin duda un “must” de la isla de Tenerife, algo que es imposible dejar de visitar cuando se viene a conocer la mayor de la Islas Canarias, responde al antiguo término de “casa sobrada”, una casa principal, de tres alturas, donde la planta alta hacía funciones de granero, la central, la segunda planta, estaba destinada a los señores y la baja, al servicio y labores.

La fachada en su última planta está ocupada por un balcón corrido de soberbia factura. Uno de los más sobresalientes balcones de madera del mundo. Se trata de un balcón de nueve cuerpos, con ocho pilares de madera de tea. Los siete cuerpos frontales conformados por antepechos de cinco casetones labrados con motivos florales y los dos laterales con tres casetones. Sobre los casetones diez parejas de balaustres torneados se suceden siendo las separaciones entre cada pareja de balaustres un arquillo de madera sobre el que se asienta el pasamanos, la baranda, principal del balcón. El conjunto del que no hemos mencionado aún los dobles juegos de canecillos, también de madera sobre el que se asienta todo, constituye una auténtica filigrana que muestra el altísimo nivel que siempre ha caracterizado los trabajos de carpintería de Tenerife en general y de la Villa de la Orotava en particular.

El segundo cuerpo de la fachada, el que se corresponde con la segunda planta, está presidido por cinco extraordinarios balcones de forja que protegen la salida de cinco grandes ventanas-puertas dobles. Sobre el balcón central, se asienta el escudo de armas ya mencionado.

Bajo cada balcón de forja, conformando la planta baja, dos grandes ventanas de guillotina a cada lado y el gran portalón principal en el centro.

Otro elemento característico de esta extraordinaria fachada, lo constituye el esgrafiado que recorre todos sus rincones.

Sobre el patio canario de esta imbatible mansión tinerfeña, podríamos estar escribiendo sin interrupción. Su belleza es indescriptible. La profusión de su vegetación, la presencia de un auténtico lagar tradicional de madera, la sucesión de galerías profusamente talladas en madera de tea, la altura del mismo, todo ayuda a generar una atmósfera mágica, de riqueza a la par que sencillez, de grandeza, de logro, de historia, de unicidad, de armonía que hacen de este patio algo singular, sin parangón. Una joya de imprescindible visita.