Los Roques de García son una serie de formaciones rocosas situadas en la base del Teide a 2100 metros de altitud, separando las dos calderas que integraban en origen el Parque Nacional del Teide, patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, que se yerguen a la altura del Parador Nacional sobre los Llanos de Ucanca.
En esta privilegiada zona en medio del emblemático parque nacional, uno de los rincones mágicos por antonomasia de Tenerife, se concentran miles de turistas en busca de la foto más veces realizada por aquellos que visitan la isla de Tenerife, aquella que aúna el magnífico volcán del Teide, cima de España con sus 3718 metros de altura, con el no menos emblemático Roque Cinchado.
Pero si hay un momento mágico en la visita de este famosísimo rincón de Tenerife, ese es el de la puesta de sol, cuando las innumerables guaguas de turistas y coches de alquiler se han ido y los roques permanecen como lo han hecho desde tiempo inmemorial custodiando cuál impávidos guardianes los secretos de la espectacular caldera de las Cañadas del Teide.
En ese momento, justo antes de que se ponga el sol, sin más testigos que las imponentes rocas y puesta la mirada en la lontananza sobre los Llanos de Ucanca, se respira el purísimo aire cuasi estratosférico de la cumbre a la par que, en toda su extensión, “se escucha” el reconfortante e impenetrable silencio de los altos de la isla de Tenerife mientras desciende el astro sol.
Pocos sitios y lugares en el mundo generan tanta energía y tanto confort como este que describimos en este artículo. Éste no es un sitio más, es un rincón mágico de escala planetaria. Uno de esos sitios y paisajes sin parangón en el mundo entero. Un lugar de visita obligada que ningún visitante de la isla puede permitirse obviar. Un lugar que no deja indiferente. Un lugar que se recuerda siempre. Un lugar que nos recuerda que Tenerife no es un destino más, que Tenerife es mágica e incomparable. Es única e irrepetible.